lunes, 24 de noviembre de 2014

Siglo XX parte 2



La música religiosa

Aún debilitada la fe, el género no decayó. Podemos mencionar la cantata (Honegger), el salmo (Schmitt), la misa (Stravinsky), el réquiem (Duruflé) incluso la Pasión (de Penderecki).

 


La escuela de Viena: Atonalismo y dodecafonismo

Arnold Schöenberg pasó por diversas etapas, siendo la primera más tradicional aunque combinada con el súper cromatismo wagneriano, valorando el contrapunto y las formas tradicionales. Podemos mencionar a sus opus 1-10, “Noche transfigurada”, “Pelleas et Melisande” entre otras.
Su segunda etapa es más conocida como atonal, en la que desintegra la forma, valora la disonancia,  y un profundo estudio del timbre. Todos los sonidos de la escala tendrán la misma importancia y jerarquía moviéndose con libertad. Para contextualizar la falta de estructuras formales,  escribió obras breves o con texto, cuya función era dar forma  a la música.  De esta etapa mencionaremos los opus 11-22,  “Los jardines colgantes”, “La espera”, y el “Pierrot Lunaire”.



A partir del op. 23 comienza un período de exploración que culminaría en la dodecafonía. De esta etapa podemos mencionar su quinteto de viento y su tercer cuarteto de cuerdas.
En 1937 comienza lo que sería su cuarta etapa, en la que hace uso de todas las posibilidades  para lograr la expresión de su música, incluso volviendo a la tonalidad. De esta etapa citaremos Concierto para piano, varias obras corales, Cuarteto de cuerdas Nº 4, entre otras.


  


Alban Berg, discípulo de Schoenberg, compuso entre otras obras, la ópera Wozzeck en 1921. En dicha obra emplea con un lenguaje atonal, todo tipo de forma: suite, marcha, invención, pasacaglia (dodecafónica), forma sonata, etc. Además escribió varias obras camarísticas.

Antón Webern  también discípulo de Schoenberg, transitó el atonalismo y dodecafonía. Pero su característica musical fue la utilización de "melodías de timbres", dentro de la cual, a cada sonido de la obra, le corresponde un timbre determinado. Además fue un teórico y escribió libros como “La música de Schoenberg” entre otros.

Otros compositores dodecafónicos fueron Ernst Krenék, Karleinz Stockhausen. En Francia, Olivier Messian quien usó los modos orientales y el canto de los pájaros para sus composiciones.  También mencionaremos a Pierre Boulez,  discípulo de Messian quien incursionó en la música electroacústica.  En Italia la música dodecafónica tuvo como representantes a Luciano Berio, Luigi Nono, y Bruno Maderna quien también incursionó en la música electroacústica. En Polonia no podemos dejar de mencionar a Krysztof Penderecki, autor del “Trueno para las víctimas de Hiroshima” 


Música aleatoria

En oposición a la música totalmente organizada, es decir, al  Serialismo, surgen ciertos compositores quienes preferían dejar algunos elementos al azar. O bien para que lo determine el intérprete o para que los defina el azar. John Cage fue uno de los enrolados dentro de esta tendencia. Fue el creador de lo que se llamó “Piano preparado”, que era un piano al que se le agregaban elementos entre las cuerdas, que le sirvió de orquesta de percusiones y efectos que se apartan de la obra de su propio creador.  Por otra parte, lo que buscaban estos compositores es generar  un rechazo hacia la solemnidad del concierto y evitar el uso tradicional del piano. La notación musical no es más que un programa de actividades. Ellos buscaban que la actuación fuera un teatro donde también tenía tanta importancia los gestos y actitudes del intérprete, como el sonido en sí.

El contenido de las obras fue refinado por los compositores en sus partituras cada vez con mayor precisión. El experimentalismo norteamericano estableció nuevas metas y trabajó con elementos más primitivos que el sonido, como es el ruido, el silencio o la elipsis (lo que parece oírse aunque no suene). Con la inspiración obtenida en las filosofías orientales, Cage y los minimalistas rechazaron la subjetividad y la expresión personal propias del romanticismo y operaron con formas abiertas, de acciones espontáneas guiadas por la indeterminación y la aleatoriedad. 


Compuso otras obras como 4' 33" en los que predomina el silencio. Un claro ejemplo de No- música. Luego, los seguidores del indeterminismo musical se valieron de grafismos para pautar en el papel esa libertad de acción.
Los grados de aleatoriedad pueden ser diversos:
1.       Composiciones musicales basadas en cálculos matemáticos- físicos  o cibernéticos
2.       Serie de pequeños fragmentos musicales cuyo orden de sucesión  es elegido libremente por el  ejecutante.
3.       Obras de tipo aleatorio extremo en las que el compositor no escribe por medio de signos musicales, sino que realiza un gráfico esquemático con algunas directivas, sugerencias de acciones a seguir o programa de actividades.
 
 

Microtonalismo
Esta idea no es nueva ya que en las culturas orientales se daba desde tiempos muy antiguos. En la música académica comienzan a usarse a partir de 1930 y en algunos compositores como el checoslovaco Alois Haba, quien escribió una ópera en cuartos de tono llamada “La Madre”, obras en sextos de tono, etc.
 



Uso no tradicional en elementos tradicionales

Esta idea prosperó en USA donde músicos como Henry Cowell utilizaba los “clusters” o racimos de sonidos de carácter percusivo.

Los sonidos que exploraron fueron:

-          Piano: golpes en teclas con diversos elementos, percutir cuerdas o frotarlas o puntearlas con los dedos. Golpear la tabla armónica, etc.

 

-          Vientos: Ruidos con las llaves, lograr sonidos armónicos, dobles o triples (multifónicos), etc.

-          Cuerdas: frotarlas con diversos elementos, golpear la caja del instrumento, percutir las cuerdas, etc.

Edgar Varese, a quien también podemos incluir en esta tendencia, nació en Francia pero su mayor producción la realizó en USA.  Entre sus obras mencionaremos “Ionización”, “Ofrendas”, “Arcana”, “Densidad 21.5” (para flauta sola) etc.

 

 


Música concreta

Desde la Segunda Guerra Mundial, las tecnologías de grabación y reproducción sonora experimentaron un fuerte desarrollo. El primero que dispuso de esos medios fue Edgar Várese, quien presentó un Poema electrónico en el pabellón Philips de la Exposición de Bruselas en 1958. Él mismo se decepcionó por las limitaciones del nuevo instrumental. Su pieza combinaba sonidos de una soprano, un coro, campanas y órgano, aunque originando una sensación sonora nueva. Pero la música concreta (que incluye la grabación, mezcla y reproducción del sonido, su manipulación y distorsión) nació en 1958, en la radio francesa con Pierre Schaeffer y Pierre Henry. En los estudios de la Nordwestdeutscher Rundfunk de Colonia, Alemania, se relacionaron técnicos y compositores y surgieron los sonidos generados electrónicamente, que darían lugar al género electrónico puro.

 

 

Música electroacústica

Luego surgió una diferencia entre la música concreta y la electroacústica como puede oírse en obras como el “Homenaje de Joyce” de Berio o “El Canto de los adolescentes” de Stockhausen que recurrieron a múltiples fuentes, afirmando lo que se conoció como música electroacústica. Las propiedades del sonido grabado son el encuadre (planos) y el aumento (detalles), con especial relevancia para los efectos, lo que llevó una nueva forma de escuchar y oír.
En 1950 se fundó el primer estudio de música electrónica en Alemania, dirigido por Eimert. En 1963 fue reemplazado por Stockhausen y luego, en 1953, surgió el primer laboratorio italiano en Milán, donde encontramos a Berio y Maderna. Y así se agregaron otros países europeos y americanos. En Holanda, Koenig dirigió el laboratorio de Utrech a partir de 1964, a la vez que el de Friburgo (dirigido por Haller) se inauguró en 1971. Mientras tanto, Francia desarrolló un centro de investigación (el IRCAM) dirigido por Boulez que se inauguró en 1975. Las investigaciones en electrónica musical están presentes en EE UU desde 1952, en la Universidad de Princeton y en la de Columbia, con Milton Babbitt. Estos primeros pasos se aceleraron por el lanzamiento del primer sintetizador electrónico comercial, diseñado por Robert Moog y Donald Buchla.



La música electroacústica brindó su primer concierto público en 1953, cuando se presentó el primero de los Studien de Stockhausen. El compositor trabajó en esa oportunidad con medios precarios como los osciladores para la creación de ondas sinusoidales, ruidos, etc., que fueron transformados y editados obteniendo una cinta magnetofónica que expone a la partitura y al intérprete. En esta primera etapa, Stockhausen creó sus obras electrónicas basándose en técnicas del serialismo. Más tarde, él y otros (como Berio) se decantarán por la combinación de fuentes electrónicas y concretas, en especial las originarias del habla, para combinarlas después en la electroacústica, género en el que intervino la cinta magnética junto con intérpretes en vivo. Esta música generó una terminología propia. Los conocidos sintetizadores analógicos incorporaban aparatos propulsores de ondas sinusoidales, cuadradas, triangulares o de diente de sierra.


Las posibilidades del nuevo medio electrónico conquistaron a los creadores y desorientaron al público. Se replantearon todas las definiciones musicales, desde la del trabajo con "sonidos" hasta el papel del compositor, la ausencia del intérprete y el nuevo espacio del público. Los sonidos electrónicos ya no respondían a las categorías tradicionales entre música vocal e instrumental, sino que surgieron de aparatos, por lo que muchos les asignan falta innata de expresividad y deshumanización.

 

Minimalismo

El minimalismo se caracteriza por la escasa utilización de material en la construcción de una pieza de música. Basado en la repetición, aunque no exacta, como un caleidoscopio sonoro. Este principio subsiste en varias tradiciones musicales del mundo: desde los patrones rítmicos africanos, a la música de gamelán del sudeste asiático o el tañido de las campanas. Otros ejemplos de minimalismo son algunas obras de la historia de la música, como en las repeticiones casi idénticas de las Gymnopédies de Satie. Este efecto casi hipnótico animó a los compositores norteamericanos como Terry Riley, Philip Glass y Steve Reich, y europeos como el británico Michael Nyman o el belga Wim Mertens.


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