Beethoven fue el punto de partida para el repertorio pianístico con sus sonatas para piano, de neta inspiración romántica.
Fue el piano el instrumento romántico por excelencia, ya que se prestaba para toda clase de matices que la música de la época requería. El pianismo del siglo XIX abarca dos facetas principales: la intimista (piezas breves de menor despliegue técnico) y la virtuosística (piezas de mayor envergadura con grandes dificultades técnicas).
Las formas más usadas son las llamadas “Piezas de fantasía”, las que como su nombre lo indica, son libres y permiten mayores posibilidades de expresión al no sujetarse a un esquema prefijado.
Schubert
Además de haber compuesto varias sonatas, escribió una serie de “momentos musicales” y de impromptus, junto con una gran cantidad de piezas breves que constituyen el aspecto más romántico de su obra.
Mendelssohn
Lo mejor de su obra para piano lo constituyen sus “Variaciones series”, aunque lo más conocido son sus “Romanzas sin palabras”
Schumann
Su obra pianística más importante la constituyen series de piezas agrupadas bajo un título que las reúne por un tema determinado (“Carnaval”, “Papillons”, “Danzas de la liga de David”). Además tiene una serie de obras mayores como “Estudios sinfónicos”, “El carnaval de Viena” y una gran cantidad de piezas breves: “Escenas infantiles”. Sus obras demuestran un especial interés en la exploración en el aspecto armónico.
Además compuso varios cuartetos para cuerdas y quinteto (para cuartetos para cuerdas y piano),
Chopin
Es, en especial un compositor de música para piano y principalmente, representante del pianismo que se basa en la utilización de formas breves. Compuso dos conciertos para piano; el resto de su producción la constituyen los valses, las mazurcas, las obras de mediana longitud como los impromptus y las variaciones y las obras de características más libres como estudios, baladas, nocturnos, polonesas y scherzi.
Los aportes más importantes de Chopin al piano pueden resumirse en la extensión de los acordes y la utilización de armonías cromáticas y enarmónicas, que luego serían tomadas como modelo en el romanticismo de fin de siglo.
Liszt
Sus aportes pueden sintetizarse en dos tipos: La extensión de los acordes y la explotación al máximo de las posibilidades virtuosísticas y lo referente a la velocidad de ejecución, y los nuevos experimentos armónicos sobre todo en sus últimas obras.
Su repertorio más conocido es el virtuosístico, integrado especialmente por sus Rapsodias húngaras, pero también compuso grandes obras como “Estudios trascendentales”, los cuadernos titulados “Años de peregrinaje”, los conciertos para piano y orquesta, etc.
Brahms
Compuso sonatas para piano, baladas, variaciones, y rapsodias, además de una serie de piezas breves y obras para dos pianos. También fue uno de los pocos en componer música de cámara durante el Romanticismo: cuarteto de cuerdas, quinteto con clarinete, tríos, sexteto para cuerdas, etc.
La música de Cámara
El Lied
Posteriormente a Schubert, encontramos dentro de este género las figuras de Schumann, Brahms y Wolf. Schumann compuso numerosos Lieder alrededor de 1840; muchos están agrupados en ciclos, entre los qe se destacan “Amor y vida de mujer” y “Amor de poeta”. Brahms escribió más de 200 Lieder y en todos ellos la voz adquiere un papel preponderante por sobre el acompañamiento pianístico.
El violín
Así como el piano representó la
potencia del progreso industrial, el violín fue la máxima expresión de lo
artesanal. Su práctica aumentó merced a los nuevos conceptos orquestales
organizados en torno a las familias de instrumentos y su voz principal en el
medio sinfónico. El misterioso y romántico Paganini
superó a importantes violinistas de la época como Rovelli, Sivori, Milanollo o
Tua, a la vez que en Francia triunfaron los sucesores de Baillot como Mazas y
Habeneck, además de Kreutzer al que Beethoven dedicó su Sonata op. 47.
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